jueves, 2 de diciembre de 2010

CONDENA DE LA MASACRE EN EL AAIÚN

El 8 de noviembre de 2010 Marruecos atacó con vehículos blindados, agua caliente y armas de fuego el campamento de protesta instalado en Gdeim Izik, y llamado Campamento de la Dignidad. Más de 20.000 civiles saharauis  habían levantado este campamento a las afueras de El Aaiún para protestar pacíficamente contra su exclusión de los puestos de trabajo y de los servicios sociales básicos en los territorios saharauis ocupados por Marruecos. Tras prometer a los organizadores del campamento reconocer sus demandas sociales, el régimen marroquí sitió el campamento y disparó con armas de fuego a los saharauis que venían a sumarse a la protesta pacífica, provocando entre otras la muerte de un niño de catorce años, El Gargi Najem. Finalmente, Marruecos procedió a un desmantelamiento violento del campamento que dio comienzo a una represión brutal que continúa en la actualidad.

La incesante persecución y hostigamiento de la población saharaui y el férreo bloqueo informativo marroquí, condenado por la Federación de Asociaciones de Periodistas de España y los principales medios de comunicación, han impedido conocer la cifra exacta de los muertos, los desaparecidos y los heridos saharauis desde el desmantelamiento del campamento de la Dignidad. Sin embargo, se sabe con certeza que en el desmantelamiento hubo miles de heridos saharauis que no pudieron ser atendidos, también heridos de bala y, en estos momentos, hay cientos de detenidos a los que todavía no se les ha acusado de nada. Human Rights Watch y Amnistía Internacional son las únicas asociaciones de Derechos Humanos a las que el régimen marroquí ha permitido entrar en los territorios ocupados. HRW ha denunciado que “a muchos saharauis detenidos en El Aaiún, los han golpeado hasta dejarles inconscientes”, y advierte de que “los abusos continúan incluso en este momento”. Explica que “estamos hablando de casos graves de tortura” y que “a la mayoría de los detenidos que hemos visto, los tuvimos que entrevistar en sus casas porque no podían moverse, ni caminar, debido a la gravedad de las lesiones”. Han identificado decenas de casos de violaciones sexuales a las presas y afirman que las condiciones en las que Marruecos tiene a los detenidos son de extrema gravedad.

El 25 de noviembre, el Parlamento Europeo ha aprobado una resolución sobre el Sahara Occidental. En esta resolución la UE, entre otras cosas: 1) condena los violentos incidentes provocados por la intervención marroquí en El Aaiún; 2) lamenta los ataques a la libertad de prensa y pide a Marruecos que cese el bloqueo informativo sobre el Sahara Occidental; 3) expresa su preocupación por la detención y acoso a defensores saharauis de los derechos humanos en el territorio del Sáhara Occidental y pide que los defensores de los derechos humanos encarcelados en el territorio o en Marruecos sean tratados con arreglo a las normas internacionales y que tengan un juicio rápido y justo; y 4) pide a la UE que inste al Reino de Marruecos a que acate el Derecho internacional en lo que se refiere a la explotación de los recursos naturales del Sáhara Occidental. El Gobierno de España, potencia administradora del territorio, ya no tiene más excusas.

En este contexto, la vergonzosa actitud del gobierno español se ha reafirmado con la “condena” que se ha aprobado en el Parlamento Español, casi por mayoría y que tan solo condena la violencia, en general, producida en El Aaiún. Con esto, España  se convierte en cómplice de esta brutal represión y ocultamiento que está ejerciendo, particularmente, la dictadura marroquí. Trinidad Jiménez considera que la protección de supuestos “intereses nacionales”, refiriéndose a las multinacionales españolas, y el control de nuestras fronteras europeas por Marruecos están por encima de cualquier consideración de derechos humanos. Como ciudadanos de un país que tiene una responsabilidad histórica con respecto a su antigua colonia del Sáhara, no nos sentimos representados por nuestro Gobierno y reclamamos que abandone la indiferencia que permite la impunidad marroquí. Exigimos una condena clara, por parte de nuestro Gobierno, hacia las graves violaciones de DDHH que Marruecos está cometiendo contra la población saharaui de los territorios ocupados, ya que, según el Derecho Internacional, España continúa siendo la potencia administradora del territorio saharaui, aún en vías de descolonización. El Estado español lleva a cabo una política neocolonial en Marruecos y expolia ilegalmente los recursos naturales de los territorios saharauis ocupados. Por ello, reclamamos que renuncie a sus acuerdos ilegales con Marruecos para pescar en las aguas saharauis. Finalmente, exigimos que se cumpla con la legislación internacional en materia de descolonización y que los saharauis puedan tener el referéndum de autodeterminación tantas veces prometido por la ONU y postergado. Sólo así podrá evitarse la vuelta a la guerra en el Sáhara Occidental.

Firman: grupo de estudiantes La Gatera


miércoles, 1 de diciembre de 2010

Sobre el calendario de Septiembre

Antes de la entrada del Plan Bolonia a la universidad, las licenciaturas contaban con dos convocatorias ordinarias de exámenes, una en febrero y la otra en junio, y una convocatoria extraordinaria en septiembre. En la actualidad esto sigue siendo así pero es necesario recordar que el año pasado el Consejo de Gobierno aprobó el nuevo calendario de exámenes para las licenciaturas:

Durante las numerosas reuniones con los representantes de estudiantes, no sin alguna que otra presión estudiantil a las puertas de alguna de ellas, se estaban negociando las opciones de calendario. Por un lado, el rectorado propuso una opción (A), en la que directamente se suprimía la convocatoria de septiembre este curso vigente. Por otro, los representantes de estudiantes pedían que no se cambiara la convocatoria de septiembre. Ya que dicho cambio afectaría muy negativamente a los estudiantes y a los de arriba parece que les encantan los negocios, los representantes de estudiantes en la negociación plantearon una opción (B) en la que se permitiera un año de moratoria (el año actual) manteniendo el calendario de septiembre y el año que viene se cambiaría el calendario en el que habría unos días de exámenes en junio y otros en septiembre.

El día anterior al de la reunión entre representantes y rectorado para realizar la votación final sobre el tema, se convocó una concentración en el edificio de rectorado a la que acudieron decenas de estudiantes que, al rechazar con rotundidad cualquier tipo de cambio y querer hacérselo saber al rector, entraron en el edificio, subieron las escaleras hasta la puerta de su despacho y exigieron que saliera a dar una explicación de por qué iba a cambiar el calendario de nuestros exámenes sin que se nos hubiera preguntado nada. Quizás porque sabía nuestra respuesta… Así, dicha concentración terminó con un debate improvisado con el rector en el salón de actos del edificio en el que numerosos estudiantes uno a uno fueron explicando las múltiples razones del no al cambio de calendario.

Al día siguiente, en la reunión se acabó por aceptar la opción B.

Creo importante recordar este episodio porque probablemente sin la presión de los estudiantes que acudieron a las concentraciones y concretamente a aquella última, no habría habido ningún tipo de negociación, y en dicha reunión, en la que los estudiantes tienen una escasa capacidad de decisión con menos de un tercio de los votos, se habría cambiado el calendario sin más dilación.

Los de licenciatura estamos “disfrutando” de nuestro último año de un septiembre íntegro en el que podemos trabajar por rechazar nuevamente esa opción B. Nos están metiendo prisa para acabar la carrera o para pasarnos a grado y tendremos que renunciar a terminar nuestro plan de estudios tal y como lo empezamos a no ser que hagamos algo. Por último, me gustaría decir a los compañeros de grado que aunque los Grados estén implantados y con ellos, el calendario de junio-julio, podemos resistir ante algunas de las consecuencias directas y concretas de la entrada de Bolonia rechazando profundamente aquellas medidas tomadas por el rectorado que perjudican claramente al estudiante y que suelen suponer un ahorro económico para una universidad que se gasta una salvajada de dinero en un centro comercial mientras la educación universitaria se va a pique.